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viernes, 7 de octubre de 2011

Félix Romeo

Me entero, de repente, de que acaba de morir Félix Romeo, y se me viene encima una losa de tristeza y pesadumbre. Félix tenía -además de una erudición poco común, desaforada- el talento de convertir cualquier disparate en un episodio corriente de la realidad, y el don de transformar cualquier episodio corriente de la realidad en un disparate. Estar a su lado sin reír y sonreír resultaba imposible. Sus juicios caprichosos sobre cualquier asunto resultaban más juiciosos que las opiniones ponderadas de la mayoría de la gente. Escribió menos de lo que debía, menos de lo que sabía, porque creo que le pudieron su temperamento crítico y su inteligencia (y ya sabemos que para escribir es necesario un cierto grado de inconsciencia). Con todo, Dibujos animados, Discotèque y Amarillo, estarán en la memoria de los buenos lectores. A Zaragoza ya le falta para siempre uno de sus santos lugares.

2 comentarios:

  1. No todo lo que se escribe se escribe sobre el papel, pienso.
    Vaya en paz. Salud.

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