Quizá sea porque el amor y el odio, ambivalencia de la que se nutre la culpa, nacen de una misma genética. Por cierto, sería interesante que te extendieras en esa idea. ¿Qué culpa concreta se convirtió en afrodisíaco? Ya, ya lo sé, esa es una pregunta indiscreta, pero, qué quieres que te diga, tú mismo la has provocado. Con esa fotografía de ambiente, una, lo que en realidad piensa es en situarse en la parte oscura del confesionario.
La culpa puede ser un magnífico excitante. Saludos
ResponderEliminarEl dolor es -si lo piensas bien- autoinsuflado, pues la vida lleva a la sangre y ciertamente (aunque nos sonroje) al amor.
ResponderEliminarQuizá sea porque el amor y el odio, ambivalencia de la que se nutre la culpa, nacen de una misma genética.
ResponderEliminarPor cierto, sería interesante que te extendieras en esa idea. ¿Qué culpa concreta se convirtió en afrodisíaco? Ya, ya lo sé, esa es una pregunta indiscreta, pero, qué quieres que te diga, tú mismo la has provocado. Con esa fotografía de ambiente, una, lo que en realidad piensa es en situarse en la parte oscura del confesionario.